Por suerte, hay iniciativas privadas que prometen conjurar un problema que hoy acogota y desborda a los municipios.
El problema es de larga data. Aunque el patrón de desarrollo prevaleciente es de «enclaves» que están libres de ese azote, sus entornos inmediatos se ven arropados por la basura que no se recoge ni se trata adecuadamente.La mayoría de los hoteles envía su basura, sin clasificar ni tratar, a lejanos vertederos. Pero por falta de educación cívica, la población circundante se encarga de esparcir la suya en el entorno.
No sorprende que la «»arrabalización»» de los entornos es una de las quejas más persistentes de los dirigentes de ASONAHORES. Aunque acuñado localmente, el término se refiere no solo a la proliferación de basureros improvisados sino también a un desarrollo urbano desordenado. Pero el componente basura es el que mas daño hace a la imagen.
El otro gran daño es al medio ambiente. Por la contaminación que provoca, la basura crea inmensos riesgos sanitarios. La basura penetra los suelos y contamina los acuíferos, poniendo así en peligro el suministro de agua fresca a los enclaves. También puede contaminar el agua de mar, con sus negativas consecuencias para los bañistas. De ahí nace la necesidad de clasificar y tratar la basura para evitar la contaminación.
La recogida y tratamiento de la basura es un caso clásico de responsabilidad esencialmente pública. El hecho de que los productores son tantos hace que el servicio correspondiente deba ser colectivo. El rol de los gobiernos municipales es, por tanto, imperativo. Pero casi todas las áreas turísticas nuestras han adolecido de esos servicios. Los municipios se han hecho de la vista gorda e, irresponsablemente, han cargado el dado a los hoteleros. En ellos no existe la cultura de las 3 Rs (reciclar, reusar, reducir).
Aquí los hoteles producen entre 10 y 12,000 m3 de basura diariamente. La mayoría paga un servicio privado para su recolección y disposición final. En el área turística mas afectada por la basura, sin embargo, se esta dando un caso digno de imitación. Un innovador empresario de la Costa Este ha tomado la iniciativa de clasificar y reciclar la basura que producen sus negocios, reduciendo sus costos de manejo y generando ingresos y empleo.
Con su programa «»Descarga Cero»», el Grupo Punta Cana ha logrado disminuir en un 50% los costos de recolección de sus 10 toneladas diarias de basura. Además, vende el material reciclado y produce abono orgánico para sus plantas y canchas de golf. También trabaja en un sistema para producir energía. Los positivos resultados lo han llevado a proponer al gobierno y al sector privado crear una «»alianza verde»» con el fin de revolucionar el problema de la basura y proteger el medio ambiente.
El aeropuerto de Punta Cana hoy cuenta con un incinerador, una planta de reciclaje de 1.500m2, máquinas compactadoras y una cinta transportadora de 21m, entre otros equipos. Ahí se procesa las 4 toneladas diarias de residuos sólidos que produce el aeropuerto y las otras 4 que provienen de la comida servida por los aviones. La inversión total que esto ha requerido ha sido de US$2 millones. En las casi 1,000 unidades de viviendas y apartamentos que manejan ya comenzaron la recolección puerta a puerta con separación de residuos.
El Grupo Punta Cana ha comenzado campañas de educación ambiental en Veron y lugares aledaños. También esta trabajando con el Cluster Turístico de La Altagracia y la Red Nacional Empresarial de Apoyo a la Protección Ambiental para diseminar sus practicas. Sin embargo, esos esfuerzos no exoneran a los municipios de sus responsabilidades.
Los municipios deben, por mandato de la Ley 64-00 (artículos 26 y 106), crear sus Unidades de Gestión Ambiental (UGAM) para que acometan estas tareas. Ya hay más de 90 municipios que las tienen, pero su grado de capacidad y funcionalidad es pobre. Es en el fortalecimiento de estas estructuras municipales donde debe centrarse el esfuerzo de las áreas turísticas para el manejo adecuado de sus residuos sólidos.
En la Costa Este, por ejemplo, urge crear una UGAM especial para el Distrito Municipal de Verón. Es loable que el Cluster emprenda sus propias iniciativas, pero la solución eventualmente deberá ser pública. Sin un esfuerzo creíble del gobierno local y la ayuda del Ministerio de Medio Ambiente habrá que seguir dependiendo de proyectos pioneros como el del Grupo Punta Cana.»